Dos poemas de Lo revelado por tus manos, de Javier Velázquez

Javier Velázquez


El mal de vivir

Envejecemos. Todos los días, a la hora 

De los alimentos, es imposible 

No mencionar la enfermedad y las pastillas 

Y todo el alfabeto 

De las díscolas vitaminas. 

Buscamos así —sin remedio— 

Erigir un muro contra la angustia 

Y contra el gran miedo de ser menos que polvo. 

Como sabemos que la muerte nos acosa, 

Tratamos de engañarla de diversas formas: 

Con inverosímiles dietas 

Y ungüentos sospechosos,  

Incluyendo, desde luego, las charlas 

De sobremesa, en las que mencionamos 

La enfermedad y las pastillas, 

Y el verdadero desasosiego de estar vivos. 


Elegía

Recostado sobre esa pared

Y expuesto al aguacero, el colchón

Ha sido expulsado de la casa.

Arrastrado a mansalva hacia el patio,

Asoma sus resortes y sus manchas

De humedad: las del gozo

—Naturalmente—, 

Pero también huellas

De duras y largas noches insomnes, 

En que deudas, desamores y penas

Nos agobiaron sin misericordia.

Por habernos soportado, heroico,

Le agradecemos en voz baja,

Mientras los insectos se anidan

En su ya vejada fisonomía.

Pero ahí, recostado sobre esa pared,

Da la impresión que fue por culpa suya,

Y no nuestra, que muchos de los sueños 

Que inútilmente albergamos Se hayan ido también a la basura.

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