Alcanzas a mover las manecillas. Has retrasado el tiempo un día. Te ves a ti mismo cargando el ataúd. Ves a Minerva que llora en el césped, pero esta vez, tienes el reloj en la muñeca. Retrasas más y viajas al día en el que perdiste a Betito. Piensas que quizá hiciste mal en robarle a tu maestro y amigo, en alterar el tiempo y que podrías desatar horribles consecuencias.

Actúa. Cueste lo que cueste. Vuelve a tu línea temporal y regresa el reloj

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