El guardia de seguridad te alcanza y te golpea con la macana. Te inmoviliza. El doctor le pide al guardia que te quite el reloj. Tú no opones resistencia. Le entregas el reloj al guardia y este a tu tutor. Él pide que te deje. Que todo está bien y que lo hablarán ustedes dos. Ves a los estudiantes que dicen algo. Hay testigos de que hiciste algo malo, pero seguro no saben qué. Perdiste tu oportunidad de intentar salvar a Betito, tal vez te expulsen, piensas. El doctor te lleva al laboratorio.
—Alfonso —dice el doctor, mientras sujeta el reloj con las dos manos—. Gracias por devolverlo. ¿Sabes? En esta situación debería de expulsarte de la universidad. ¿De qué ha servido todo lo que hemos estudiado? Sé lo de tu sobrino y lo siento, pero no puedes cambiarlo. Ibas a hacer más daño que bien intentándolo. —Te palmea la espalda—. No voy a decir nada. Tómate unos días y, por favor, no vuelvas a hacer algo así. Sé que eres un buen hombre y que lo amabas pero tienes que dejarlo.
Lloras. Abrazas al doctor. Estuviste a punto de romper su confianza, de provocar el caos. No volverás a pensar en esto. No volverás a intentarlo. Necesitas descansar, sanar. Le agradeces al doctor por entender, por darte una segunda oportunidad. Intentas ser fuerte.
Revista Timonel es un órgano de difusión
cultural del Instituto Sinaloense de Cultura.
© Todos los derechos reservados.