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Entre flores te fuiste
entre flores me quedo
MIGUEL HERNÁNDEZ
Avanzas junto a tres hombres, dejan detrás lápidas, flores y cartas deshechas por la lluvia. Cargan en sus hombros el féretro de Betito. Sus pasos apenas son perceptibles. Los alaridos de tu hermana resuenan, hacen eco. Minerva grita, se ahoga en lágrimas y vuelve a gritar ¡Mi niñoooo! Te mantienes sereno. Respiras profundo. Intentas ser fuerte.
Mientras caminas hacia la tumba, los titulares, las imágenes y descripciones de los diarios inundan tu memoria.
Muere en trágico accidente, niño de 12 años.
Pierde todo: mujer joven y exitosa entierra a su único hijo.
Atropellado por un auto, pierde la vida un alumno ejemplar de 12 años.
Se te acelera el pulso al recordarlos. Betito no murió por accidente. Intentaba escapar de los bullies de su secundaria. Los periódicos omiten lo más importante, piensas.
En las fotografías se ve la mano de Betito que cuelga sin vida. A medio metro de él, sus lentes redondos. Uno de los cristales, roto y, el otro, fuera de la toma. Una mancha de sangre recorre el pavimento.
Sientes un nudo que se aprieta cada vez más en la garganta. Las venas rojas resaltan alrededor de tus ojos verdes y húmedos. Aun así, no estás dispuesto a quebrarte. Eres el hombre de la familia, así te enseñaron en casa. Tu padre te daba cintarazos si te veía llorar. «Los niños no lloran. Te vuelvo a ver chillar y ya sabes…». Con el paso del tiempo, has intentado reconciliarte con las emociones, sin embargo, esta vez quieres estar tranquilo para Minerva.Debiste protegerlo, darte cuenta del bullying, evitar su muerte. Ese día, Minerva te pidió que fueras por Betito a la escuela, tenías trabajo en el laboratorio y te excusaste. Ella fue por él. ¿Si hubieras ido tú, seguiría vivo?, te preguntas. Ya es muy tarde. No puedes hacer nada.
