Diana Reséndiz
Ocurre cuando llueve en Bellas Artes
Hoy soy la dulce Tosca,
la del amor sincero;
dejo las huellas de las palmas de mis manos
sobre pliegos extendidos de papel Kraft,
teniéndote a ti por Cavaradossi,
tendido en una cama.
De contar con los dedos estos líos, canto,
de cómo con los tuyos enredados en los míos me rindo,
en la orilla la nada y los celos; y miro en la ventana
el ritmo variable de la lluvia, antes de escribir el diario
del amanecer de un amor prohibido contigo.
Estacionarse en la Roma es tan fácil como encontrar el amor
Le pregunto a un lichi
—esa fruta de China tan pequeña y encerrada—:
¿cuánto se tarda en despintarse una promesa?
Al comerla,
me responde dulcemente:
las palabras disparadas hacia el tiempo
duran tres heridas adentro.
Una, la de la creencia;
otra, la del supuesto;
y la más vil de todas: la de verde
(hay que matarla primero).