Reseña de Apegos feroces de Vivian Gornick
por Bárbara Acuña Loyer
En pleno invierno, Apegos feroces llegó a mis manos como una deuda pendiente. “¿En serio no has leído a Gornick?”, me dijo la vendedora de una librería de mi ciudad. El libro ya estaba en mis manos, pues minutos antes lo había recogido del suelo en el rincón de literatura contemporánea. Me sonrojé y mi rostro acusó recibo de una interpelación que, lejos de incomodarme, sonó a una pregunta que debía responder con la honestidad que ve la luz cuando algo es evidente. Ante mi negativa, lo compré.
Vivian Gornick (Nueva York, 1935), la autora y protagonista de esta narración, nos presenta un ejercicio de memoria que divaga entre la intimidad y aquel espacio donde la historia privada se hace pública, es decir, un objeto digno de ser visto y comentado por el entorno que habita los márgenes de la vida personal. En el papel talla sus años como niña y adolescente que creció en un barrio que experimenta los signos de la migración: el Bronx. Además, gesta y asienta sus primeras creencias vitales sobre el placer, el amor, la familia y la educación, no menos determinantes para la vida adulta, en un núcleo social y familiar marcado por dos modelos femeninos que la fuerzan a navegar por un mar de contradicciones.
Por un lado, su madre judía, implacable, inteligente y entregada por completo al sistema familiar mandatado por el amor inclaudicable, aquel que todo lo resiste y todo lo sacrifica; por otro, el de la joven Nettie, madre y vecina viuda, ucraniana apasionada, estratega y con el ferviente deseo que despierta la inexperiencia sexoafectiva. Ambas mujeres parecen ser distintas, o al menos eso persiguen; luchan por demostrar sus diferencias, sobre todo al momento de vivir el placer. Sin embargo, la mirada aguda logra descifrar que la diferencia entre ellas solo sucede en el mundo de las apariencias. Tal como se relata en la página 111 de la obra, esta tríada de mujeres está anclada a la misma raíz, la del goce: “Nettie quería seducir, mamá quería sufrir y yo quería leer”. ¿Hay pulsión más humana y con más matices que el placer?
Apegos feroces es una obra donde el espacio físico y los personajes se alimentan entre sí. Gornick relata el paso de los años con la complicidad de los paseos que, ya de adulta, da con su madre anciana por las calles de Nueva York: nuevamente el espacio público es testigo de lo privado. Cada paso deja una estela de silencios, cuestionamientos y risas. Los fantasmas del pasado lejano y reciente deambulan alrededor de ellas y tensionan un vínculo entre madre e hija que nació herido, enquistado en la frustración, y que a veces descansa en los pequeños momentos de tregua que regala la brutal codependencia. En sus diálogos queda clara la dinámica de tirar y aflojar una cuerda que las amarra con la fuerza de quien desea soltar y al mismo tiempo se aferra a la pregunta “¿y después qué?”. Ambas son más parecidas de lo que creen, por supuesto. De eso se trata toda la ferocidad de la relación que han construido.
Con todo, la obra de Vivian nos hace revisar nuestra historia, nuestro árbol genealógico y examinar cómo se construyeron los lazos entre las mujeres que lo habitaron. Nuestro linaje se nutre de hijas, madres, abuelas, amigas y vecinas de otro tiempo. Nosotras somos el resultado, en menor o mayor medida, del sistema de creencias que las formó intelectual y culturalmente a todas ellas. La escritora y su generosidad nos invitan a un importante ejercicio de comprensión que seguramente demandará la poda de las ramas que edifican, minuto a minuto, el relato familiar al que también pertenecemos. Vale preguntarse, entonces: ¿estamos dispuestas a atravesar la puerta del apego y ver lo que está al otro lado? Al final de esta novela, encontraremos una respuesta que solo hallará su sentido cuando escudriñemos en nuestra propia herida.

Bárbara Acuña Loyer (Temuco, Chile). Es profesora de Lengua y Literatura, escritora y apasionada del viaje. Egresada del Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla, donde contribuyó junto a tres escritoras en la organización del 1º Congreso Internacional Mujeres y Escritura: voces de autoras hispanohablantes. Se ha desempeñado como docente en diversos establecimientos educacionales de su país y como editora de revistas escolares.
Es una de las autoras de la antología Cuentos de mujeres para mujeres: Relatos de mujeres en distintos rincones en Nuestra América (Editorial Mestiza, 2020). Ha colaborado en revistas digitales y en el programa radial Ómnibus de nueva literatura con relatos y reseñas literarias. Actualmente, trabaja en su primera novela.
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1 comentario en “Madre e hija: un vínculo atravesado por la herida”
Que profundos y a la vez invisibles los lazos que nos mantienen con nuestras ancestros, gracias por plasmarlo en esta reseña, que sin duda me invita a leer el libro. 😉