Julio César Félix
Este mar que regresa del silencio
El ancla baja de noche como si se abriera
el cielo.
Tres garfios fosforescentes van hacia los fondos
coralinos, seguidos en su viaje, en su descenso
brillante, por nuevos ojos deslumbrados
Víctor Bancalari
La poesía es como la corriente profunda del océano y solo ha de emerger hacia la superficie por su propio impulso, parafraseando a Henry Miller refiriéndose a la palabra y a la escritura como desprovista de voluntad propia.
Y quien no nada en estas profundidades, pues desconoce lo que hay en ellas. Las olas y su cadencia son el ritmo; las ondulaciones, el tiempo, y la elevación de la cresta son metáforas. Las arenas y el sol son su continente, como un cuerpo, literario y mítico al mismo tiempo.
Mares como cantos que emergen desde los silencios profundos del océano se abren a las miradas de lectores y germinan en un registro fresco de voces.
Los autores de este dossier que hoy presentamos, nacidos a partir de la década de los 80 y los 90, radican y escriben desde la península de Baja California Sur. Avivan el fuego verbal con acercamientos de potencia expresiva y dejan ver ya cierta malicia literaria que vuelve más contundente su expresión.
Seres humanos que se han acercado al canto de su vida y lo que los rodea, lo que los hace felices, lo que los entristece, lo que les apasiona, lo que desean, lo que sueñan.
Podremos acercarnos a este oleaje fresco como un amanecer en la playa. Estos versos como arenas recogen desde la orilla de la península las palabras que han emergido de la boca y de la pluma de quienes participan en esta entrega.
Christopher Amador nos presenta un par de poemas que demuestran madurez expresiva que ha logrado en este largo, y muchas veces sinuoso, camino de la poesía; versos potentes que se dicen y se piensan al leerlos con un ritmo afortunado. Sin duda, un autor destacado que aun tiene mucho que decir dentro de las letras insulares y las nacionales. En su trayectoria vemos ya una decena de libros publicados y varios premios. No hay que perderle la pista al poeta que invita a «bautizar el bosque».
José Luis Gómez nos invita a recorrer el tiempo a través de una breve estampa de ciencia ficción, presentado en un microrrelato interdimensional. Iván Gaxiola, ejercitando la brevedad, toma instantáneas verbales de la cotidianidad y penetra los velos de la rutina y los deseos. Alejandro Riveros nos ofrece un relato fantástico, donde el horror del aborto se convierte en una pesadilla entre pasajes surreales de una joven pareja de enamorados. Mario Montaño nos guía a través de su evocación, canto de sueño y muerte sobre la dársena del recuerdo. Mercedes Reynoso le escribe a los vaivenes del amor y el ensueño en un ambiente marítimo que nos hace pensar en las cálidas aguas del Mar de Cortés, «estrellado y navegable». Aurora Varela, esbozando fotografías verbales como transparencias. Imágenes claras y profundas abundan en la producción de estos autores. Yaroslaby Bañuelos funde sus metáforas con imágenes chispeantes de literariedad, su «Yo lírico» canta en sus versos la ausencia de patria, pero con mucho corazón. Finaliza esta entrega con dos relatos de Rodrigo Guluarte Hale: dos piezas narrativas breves que sacan chispas entre la acidez del humor y la crudeza de las situaciones.
Christopher Amador Cervantes
Para el poeta
cada oración es una batalla
y esa es la del esfuerzo que supone
el oficio de decir mucho (o vivir mucho)
en una línea: caminar un mundo
en una cuadra. El poema es un dios vencido,
una estatua que, desgastada de tan vista,
ha caído desmoronada. La mirada positiva de lo bello
colapsó en la depresión de nuestro espíritu.
A la generación actual (a los hombres de mirada fácil,
hace poco los tan sinconsuelo) ya únicamente le resta
escribir como ordenando escombros, otear el horizonte.
Nuestras armas están gastadas, nuestros pies
exhaustos. Este mundo podrá con nosotros,
agotará nuestras certidumbres: el futuro
nos ha traicionado.
Ciego ante el asombro
de la pólvora precisa
que encontré bajo la lengua
de unos veinte o treinta autores
mi escribir es ir a tientas
deletreando en la penumbra
algunos versos
pocas veces luminosos.
Avanzar, vencer la noche. Con paso de lumbre
bautizar el bosque.
José Luis Gómez
Interdimensional
El tiempo es una cuestión compleja que los humanos tienen la triste capacidad de experimentar en un solo sentido. No ella, desde luego, que quería experimentar todo completamente; que cuando conoció los gatos aprendió a ronronear, a rozarse con suavidad en las piernas, a lucir encantadoramente desinteresada, a clavar la mirada como si de verte dependiera la vida para voltearse después, como si no existieras; y cuando conoció el tiempo quiso tocarlo en todas las direcciones, en todos los pliegues, en todas las convergencias posibles.
Mientras estuvo en la Tierra, los periodos denominados como martes eran los mejores para hacer excursiones; nadie llegaría a interrumpir con asuntos fútiles. Aquel martes decidió que 1910 era una buena fecha y que el punto en el mapa denominado California tenía buenas coordenadas.
Había conocido personas interesantes, mas nunca a alguien tan consciente y, a la vez, tan ajeno a sí mismo. Por primera vez consideró que lo vivido hasta entonces no era más que una fantasía, ahora todo parecía bastante claro. Cuanto vivió no fue más que una proyección grosera, distorsionada por sus miedos, sus prejuicios, sus inseguridades. Ahora todo parecía superficial, irrelevante. No tenía por qué atarse a nada, por qué obedecer a nadie, todos eran una fantasía. Pero el momento que tuvo la revelación no formaba parte de uno de los periodos denominados como martes, y fue interrumpida por la voz aguardentosa de doña Cuca.
—El siguiente en veinte minutos, Chiquis.
Guardó el libro bajo la cama y fue a maquillarse al espejo.
Iván Gaxiola
Malas nuevas
I
A pesar de la costumbre de dormir temprano
nunca seré buen muchacho
sueño con el dolor que escurre
en los labios de todas las mujeres
II
Nada reclama el humo
cuando el daño está hecho
nada resiste demasiado
Dios sabe que anhelo esa vida
-un crédito infonavit y tenis náic-
que soy bueno
aunque he gritado
golpeado y humillado
pero el daño está hecho
de nada sirve guardar la calma
III
Algún día lo sabe
ella se cansará de consolarlo
le dirá que las heridas paran de sangrar
pero nunca cierran
que es demasiada devoción
para sacrificar la voluntad
que la gravedad de la Tierra
nunca será vencida
IV
Compré cerveza con los ahorros de mi hijo
para escribir un eructo de lenguaje exacto
y no es la primera vez
esa noche dormí estando vivo
Alejandro Riveros
Escamas
Sandra fue a la farmacia y compró una prueba de embarazo. Orinó en ella y dio positivo. Regresó y compró dos más obteniendo el mismo resultado.
—Fue mi culpa. Perdón ─dijo Érick, abrazándola, mientras se escuchaba a los lejos el comercial de un papel higiénico.
Érick era un skato que la penetraba con dulzura en su cuarto mientras sus padres veían televisión en la sala. Llevaban más de un año de novios y Sandra lo quería mucho. Por eso aceptó hacerlo sin condón.
—Creo que no estamos listos para ser padres ─dijo Sandra, acurrucada en el pecho de Érick.
Juntaron el dinero con ayuda de una tía lejana y abortaron. Sandra se negó a salir de la clínica sin el «cadáver» de su hijo. Los doctores, ante la insistencia, hicieron una excepción: le regresaron a su hijo en una bolsa de plástico transparente y gruesa, llena de sangre, en cuyo interior se podía ver una masa sanguinolenta. Lo enterraron en su playa favorita entre las dunas tomando una piedra inmensa a manera de referencia. Érick fue quien cavó el hoyo mientras ella lo veía. Al final prendieron un gallo y se quedaron a ver el atardecer en un abrazo que los hacía parecer una pareja de ancianos que llevaba toda la vida juntos.
Durante los días siguientes Sandra se excusó de ir a la escuela diciendo que se sentía mal. Y no era mentira. Una punzada la acompañaba día y noche en su vientre, y le permitía dormir solo cuando los analgésicos que le habían recetado hacían efecto. Fue entonces cuando comenzaron los sueños. Por las noches su bebé le pedía ayuda enterrado como estaba entre la arena.
—¡Mamá! ¡Mamá! ─gritaba su hijo y Sandra despertaba asustada.
Intentó dejar de dormir, pero fue en vano. En la prepa terminaba rendida sobre su mesabanco a media mañana para ser despertada por la voz del bebé pidiendo auxilio. Érick la vio tan llena de ojeras y desgastada que no se opuso cuando ella le pidió que la llevara a visitar la tumba de su hijo. Pero cuando la vio tirarse sobre la arena para desenterrar al feto intentó detenerla.
—¡Quítate! ─gritó ella, sin poder alejar de su mente la imagen de su bebé respirando arena por la nariz mientras sus ojos la buscaban aterrado─. ¡Déjame ayudarlo!
Los esfuerzos de Érick por detenerla fueron en vano. Sandra escarbó histérica hasta desenterrar por completo la tumba del hijo que no tuvieron. La bolsa llena de sangre seguía donde mismo, pero en su interior algo se movía con desesperación. Érick sintió un vuelco en el corazón. Tomó la bolsa y la desgarró: la sangre cayó a la arena dejando ver un pequeño pez plateado que daba saltos convulsos en un intento por no morir ahogado.
—Rápido ─dijo ella, esforzándose por atraparlo y manchándose de sangre─. Hay que llevarlo al mar.
El pez era muy escurridizo. No dejaba de saltar. Érick estuvo dos veces a punto de atraparlo, pero fue Sandra quien finalmente lo capturó, apretándolo contra su pecho para que no escapara. Rápidamente corrió hasta las olas y liberó al pequeño pez que no dudó en nadar hacia el horizonte perdiéndose de vista en un instante. Sandra se quedó durante un largo rato con el agua hasta la cintura, mirando en la dirección en la que el pez se había ido. Érick llegó junto a ella y la tomó de la mano. Las olas los golpeaban con su vaivén eterno.
Regresaron al auto y se quitaron la ropa mojada y así, desnudos de la cintura para abajo, manejaron de regreso a la ciudad, usando los tapetes a manera de toalla para no mojar los asientos. Sandra lloró todo el camino de regreso y no paró hasta que el auto se detuvo frente a su casa. Entonces cayó rendida sobre el pecho de Érick, quien no supo qué hacer salvo acariciar su cabello con dulzura en espera de que se quedara dormida yesta vez no soñara con bebés muertos.
Mario Montaño Romero
Estás muerta,
irremediablemente muerta,
siempre tan inerte ante mi tacto,
perdida en el mundo de mis recuerdos
ante el muro esquelético
de mi sombra,
de mi existencia,
postrada ante los fantasmas
de mi infancia.
La noche cae sobre nosotros
y una barca nos dice adiós
desde el puerto,
se pierde el mar
que nos salpica todo su llanto
a miles de distancias de nosotros,
y desde el puerto decimos adiós
con nuestra forma tan peculiar de despedirnos.
Ya solo somos un pequeño punto en la distancia
y cada vez más lejano.
Estás muerta,
interminablemente muerta,
y te sienta tan bien ese vestidito negro
que descuelga tu belleza,
que te hace ser única.
El temor de saberme tan solo
hace que te llame a gritos
pero tus pasos amortajados
van en dirección opuesta,
algo nos ha iluminado el rostro
pero no podemos observarnos,
solo dos sombras que se llaman en la oscuridad
y no terminan de alcanzarse.
Nos vamos sintiendo tan viejos
que nos recostamos a descansar en nuestra tumba
pero el cansancio es tal
que nos duelen los huesos y el alma,
el sueño nos va llamando a gritos,
y es entonces que cerramos los ojos
cerramos el llanto,
cerramos la memoria,
cerramos el dolor de nuestras vidas
para no vernos nunca más.
Mercedes Reynoso
Paradoja
Voy tras las almas libres
como caballos desbocados
hacia el acantilado.
Voy tras el aire
de sus pasos,
la sonrisa ajena
que dispara mil historias
en mi almohada.
Busco los ojos
que despiertan
mi sueño,
los que buscan horizontes
e imposibles,
los que aman
lo austero
de un atardecer.
Voy tras las almas
que no voltean atrás,
se dejan llevar
por una brisa casi perpetua
que despide
sus propios aromas.
Y huelen a tierra húmeda,
a café recién hecho
y sábanas mojadas.
Huelen a verdad
y un misterio exquisito
que me mantiene despierta.
A revolución.
A paz.
Huele a mar viejo
sobre piel ceniza.
Voy tras esas almas libres
que no se percatan
de la sombra que les sobra.
Y los miro de lejos
con ojos de ensueño,
porque vuelan alto
y solas,
sin ataduras.
Y también sin mí.
Erótica
Voy buscando
con tus labios
cada parte de
mi cuerpo.
Atravesando
el sonido
con tus manos.
Voy erosionando
los vellos de mi piel
con tu suave soplar.
Inventando formas
con tu lengua
húmeda.
Me estremezco
con la sonrisa cómplice
que te imagino
al beber mi sexo.
Mi espalda se erige
a tu medida,
inventa un mar estrellado
para navegar.
Y tomas mi cadera
(timón-madera)
y te inventas
un océano por delante,
y soy sirena
en marea brava.
Con cánticos
que guían
tu travesía,
para terminar
encallada
en tu pecho rocoso
con la humedad salada
de la noche.
Manta
He transformado mis arrecifes
en cuevas subterráneas
de piel y hueso.
Cada coral es ahora
un poro abierto
y me sala la lengua
de una flor voracea marina.
Se escucha
mi romper de olas
contra la roca suave
que es tu espectro,
la silueta leve
de agua dulce
y caña.
Se han apagado los astros
para dejarme plena,
gravitada,
lunática,
con tu sopor de alba.
Cada peñasco
que son mis huesos
fueron también expuestos
a tus fauces.
Bucéame hasta lo perdido
para encontrar cada forma
de abrazarte con mi oleaje.
Respira el susurro
y bucea hondo.
Encuentra un secreto
escondido entre las cuevas,
entre las cascadas marinas
que no cesan,
que no acaban
y nos terminan.
Aurora Varela
Berlín
Tan viva estaba la ciudad, como nosotros.
Hay quienes han venido a conquistar ciudades,
Hay quienes, como yo, han venido a caminar sus calles,
Y quienes, como tú, las enverdecen.
Qué delirante es sentirse vivo sobre tantos muertos.
Soy más yo en ti, en ambos lados del muro,
En tu frío,
Que en cualquier otra parte.
Muro
Escribo sobre el muro de los recuerdos
Hasta que tal vez el sol se acerque a verte.
Nos estamos volviendo viejos
Y en mi primera arruga se dibuja el llanto de mis padres.
Me iré de aquí como si te importara,
Como si fueras la última palabra que escribir.
Y cautivo esperaré en la sombra.
Haberte amado suficiente
Para estos versos dejar de escribir.
Mother
Apenas ayer desperté en mi cuerpo
Y con las yemas de mis dedos le recorrí.
Mis brazos y mis ojos llevaban tu nombre y el de todos los que habitan esta casa.
Nos vi a todos en mi vientre que era el tuyo, padres, hijos y hermanos
Esperando que regresaras.
Quise irme, olvidar que te habíamos olvidado,
Y recordar siempre tu sonrisa
de quien ama en la tristeza.
Me pregunto si seríamos nosotros, como somos o como otros.
Si seríamos aun
padre, hijo y espíritu santo.
Me pregunto si hubiéramos hablado, quién nos hubiera escuchado.
Ahora ya que se ha ido agosto, una vez más me siento en la orilla
Y completo el océano con tu nombre, con el verde de las paredes,
Con las voces que no puedo escuchar más.
Yaroslabi Bañuelos
Desastre
[El volcán no mata]
Su aullido de lava no incinera la carne,
eco de las venas abisales
que abrasan la tierra primitiva
como una canción de fuego
que hierve primaveras,
luz que aniquila pájaros y orquídeas.
[El volcán no mata]
No sepulta la calma el velo de ceniza
que desciende sobre el quetzal
y el barrio dormido.
La blanda piel no se deshace,
no se desfigura el esqueleto
bajo la furia de los ríos
de piedra pulverizada y melancolía,
ni el dióxido de azufre quema
los pulmones, el rostro, las manos,
como si el cuerpo fuese
un enorme panal de lumbre.
[El volcán no mata]
El miedo no incendia sus raíces
en el vórtice ardiente
que engulle recuerdos, bosques,
fantasmas y platos de arroz,
o las casas vacías donde antes
se bordaron fiestas
y los abuelos tejieron el otoño.
[El volcán no mata]
El magma no desmorona la vida,
el café con leche, las gallinas, los perros,
las ceibas, los maizales.
El corazón extraviado no arde
entre las llamas prehistóricas
que secuestran al cielo,
sus despojos de sangre no ruedan
hasta los resquicios de la noche,
ni el alarido final
desgaja el silencio chamuscado.
[El volcán no mata]
La lluvia ácida no desarma los huesos
ni esta erupción de minúsculos soles
extermina las cosechas
o los días de comer plátanos dulces.
Y es mentira
que esta masa de lodo y rabia sea el monstruo
que devora
la selva a dentelladas.
[El volcán no mata,
lo que mata es ser pobre].
Exilio
Este corazón no tiene patria,
no tiene techo ni calma
como niño que se ausenta
bajo un disparo de luz a mediodía,
como cuerpo errante,
como espíritu sin nombre
en la soledad de la fosa común
Adicto a la distancia
busca el llanto de todo lo que muere
en un segundo.
Rodrigo Guluarte Hale
Esmeril
Cuando se cortó el pito con la esmeriladora, su esposa comenzó a tratarlo como rey. Por fin dejaría de engañarla con cuanta gorda celulítica y putona se le atravesara. Ya no tenía que preocuparse por ninguna doña pelos nalgas prontas ni alguna buchona masca chicles y chupa vergas, que con un «hola mamacita» ya se andaban bajando los calzones o recogiéndose el pelo para comprobar la profundidad de su garganta.
Vivió los siguientes años llenos de plenitud, los celos obsesivos se amputaron de tajo junto a la entrepierna de su marido. Con permiso del Sincho —el apodo que su mujer le puso por ser un sin chorizo—, salía a los bares de cacería para saciar su placer, a veces lo hacía en la misma cama, otras, incluso frente a él. Todo era felicidad, eran risas, películas en Netflix, tardes en el malecón abrazados. Ella podría coger con quien quisiera y él no podía engañarla con ninguna mujer. Pero como aquel pene se fue, también los días color rosa. Una tarde de la entrepierna a él comenzó a brotarle un pequeño grano color dorado. Sin darle importancia siguieron con la rutina, ella cogía con conocidos y desconocidos, con vergas chicas y grandes, negras y rosas. Pero el grano crecía y brillaba cada día más, tanto que podría traspasar el bóxer y hasta el pantalón de su portador.
Llegó el día en que la protuberancia medía el tamaño de una berenjena y el ancho de una papa, pero su mayor peculiaridad, era la luz que emanaba de él. Fácilmente era perceptible a una cuadra de distancia, cualquier mujer se paraba a verlo, algunas presas de la curiosidad y el morbo insistían en tocarlo o lamerlo. Al principio él se resistía por la costumbre y la lealtad adquiridas después de tantos años de no sentir nada. Pero conforme más le insistían, frenar aquel deseo se volvió casi imposible. Hasta que harto de la presión, decidió dar rienda suelta a la pasión, salió la calle sin pantalones y se ató a un poste. Una manada iracunda de mujeres y decenas de hombres se abalanzaron sobre él, le succionaron, lamieron, mordieron, lo masticaron y engulleron, en trozos grandes y pequeños, hasta arrancárselo por completo.
—¿Dónde está mi verga de oro? —despertó asustado gritando.
La esposa lo besó en la mejilla y susurró al oído —¿Otra vez el mismo sueño donde te sale un pito de oro? Si quieres, ahorita que me terminen de coger hablamos de eso.
Motivos, pistola y remedios
—¿Me quieres explicar que chingado hacías con Remedios? —le decía Fabiola a Luis, arrojando unas fotos en las cuales aparecía él junto a una mujer desnudos en el cuarto de un motel.
—¿Qué quieres que te explique? Está todo muy claro.
—Pues a mí no me van a estar viendo la cara de pendeja ¿Qué pensaron: que se me ven bien los cuernos? —dijo esto sacando una escuadra y poniéndosela en la frente.
—¡Bájale, Fabiola! No es para tanto. Tranquila, recuerda todo lo que pasamos juntos. ¡No chingues! Y todo por una golfa que no vale la pena.
—¡Cállate, pendejo!
Sonó el disparó. El cuerpo de Luis quedó en el piso.
—Ahora ya no podrás acostarte con mi esposa, hermanito.
Fichas de los autores
Christopher Amador Cervantes (La Paz, BCS, 1984) es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública. El Instituto Mexicano de la Juventud le otorgó el Premio “Día Nacional de la Juventud” en 2006 por el cuento: “Cocaína. Los colmillos del azúcar”. Se hizo acreedor al Premio Estatal de Dramaturgia (2008), Poesía (2009) y Ensayo (2010) Ciudad de La Paz.
En 2008 fundó el taller laboratorio: “La actuación como una literatura corporal (escuela Normal Superior)” y dos años después fue nombrado presidente de la Asociación de Escritores Sudcalifornianos recibiendo además el Premio Nacional de Poesía Raúl Renán (Estado de México), el Nacional de Poesía Sonora: Bartolomé Delgado de León, la medalla del Congreso Premio Estatal de la Juventud, el Premio Joven de Poesía del Instituto Sudcaliforniano de Cultura y una mención por su obra “Copiar la imagen”, en el Premio Internacional de Ensayo Teatral. Premio Nacional de Poesía Tijuana y ganador de losJuegos Florales Margarito Sández Villarino; en 2012 el Nacional de Poesía Tuxtepec (Oaxaca), en 2013 el Nacional de Poesía Clemencia Isaura y los Juegos Florales de Guaymas. Incluido en la Enciclopedia de la Literatura en México de la Fundación para las Letras Mexicanas. En 2017 es distinguido con mención honorifica en el Concurso Nacional de Literatura ISSSTE CULTURA e incluido como representante de la poesía joven de BCS en el libro Parkour pop.ético (o cómo saltar las bardas hacia el poema): mapa poético, editado por la Dirección General de Educación Superior para Profesionales de la Educación (SEP federal). Es director, junto a Lilian Palacios, de la Editorial Cartonera El ruiseñor de Teócrito.
El espejo en añicos : o, Nunca podrás escribir tu novela : poesía, Standford libraries
Escribir es incendiar, Standford libraries
La ciruela, Standford libraries
Canto a una mujer azul, Standford libraries
El aprón en mis manos y otros poemas, Standford libraries
escenarios post-catástrofe, todostuslibros.com
José Luis Gómez (Ciudad Constitución, BCS, 1988) estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Instituto Tecnológico de La Paz y después una maestría en Sistemas Computacionales en la misma institución. Ha publicado en revista Cascabel y en 2017 publicó 21 desencantos, su primer libro de cuentos cortos. Actualmente coordina su trabajo como profesor, la investigación en robótica de asistencia para personas con discapacidad, la literatura y la cinematografía, otra de sus pasiones. Participa en el Taller de la Serpiente. Sigue inventando historias.
Iván Gaxiola (Culiacán, Sinaloa, 1984, radicado en BCS desde 1990). Licenciado en Lengua y Literatura y maestro en Investigación Histórico-Literaria por la Universidad Autónoma de Baja California Sur. En 2009 obtuvo el Premio Universitario de Literatura, tanto en el certamen de cuento como en el de poesía. En 2013 fue acreedor del Premio Estatal de Poesía Ciudad de La Paz con el libro El peso de los días. En el año 2015 ganó el Premio Estatal de Periodismo en el género de entrevista; y en 2018 fue declarado ganador del Premio Regional de Cuento que organiza el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y el Fondo Regional para la Cultura y las Artes con el libro Una sola carne. Forma parte de la compilación 19 poetas. Antología amorosa, realizada en 2013; publicó el poema “Las pequeñas batallas”, durante 2014; en 2015 hace lo mismo con el poemario El peso de los días; y en 2017 es incluido en el libro Memoria de las Lunas de Octubre.
Yaroslabi Bañuelos (La Paz, BCS, 1991) es licenciada en Psicología por UNIPAZ. Ha sido ganadora de Los Juegos Florales Nacionales Carnaval La Paz 2019 y de los XLVI Juegos Florales Margarito Sández Villarino 2019. En 2018 obtuvo la Beca “Inés Arredondo” para asistir al Encuentro Internacional de Literatura 13 Habitaciones Propias, en Culiacán, Sinaloa. Fue beneficiaria del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico (PECDA) 2016-2017. Ha publicado algunos cuentos y poemas en distintos espacios digitales como Rojo Siena, Liebre de Fuego, Revista Nocturnario, Carruaje de Pájaros, Suplemento Cultural El Aleph y Blog Proyecto Cascabel. Ha sido incluida en la antología de narrativa y poesía El Oficio del Instante publicada por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Es autora de Micropesadillas, libro de cuentos breves editado por Cuadernos de la Serpiente.
Alejandro Aguirre Riveros (Ciudad de México, 1985, radica en BCS). Cursó la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESO (2004-2008). Durante ese periodo ganó el premio al Mejor Documental en la Semana Municipal de Video de Guadalajara, obtuvo el primer lugar en la categoría Fotografía del Festival Universitario de la Comunicación y dirigió un corto experimental seleccionado por el Festival de Arte Chroma y el Tijuana Freakfilm Festival. Al egresar trabajó como videoasta y fotógrafo hasta que una enfermedad autoinmune devoró la superficie de sus ojos obligándolo a volcar su creatividad en la literatura. Ganador del Premio Estatal de Cuento Ciudad de La Paz 2015 y finalista del Primer Torneo de Guion organizado por Escribe Cine A. C. Egresado del Diplomado de Literatura Europea Contemporánea organizado por Bellas Artes, del Seminario de Dramaturgia (Instituto Sudcaliforniano de Cultura) impartido por Jaime Chabaud y de la Segunda Residencia para Guionistas en Sonora bajo la tutela de Maria Gabriela Vidal, Ximena Escalante y Gibrán Portela. Ha cursado diferentes cursos y talleres de escritura creativa con maestros como Martín Solares, Antonio Parra, Luis Felipe Lomelí, María Barandas, Alberto Chimal y Ana Clavel. Actualmente dirige el Taller de Guion cinematográfico impartido en la biblioteca Justo Sierra por parte del Instituto Sudcaliforniano de Cultura.
Aurora Varela Rodarte (La Paz, BCS, 1992). Licenciada en Lenguas Modernas, con especialidad en docencia del Alemán e Inglés. Ha incursionado en la escena artística local desde muy temprana edad a través de presentaciones literarias, publicaciones, lecturas y grupos de teatro en la entidad. Tuvo la oportunidad de impartir el curso “Poesía para jóvenes” con el apoyo del ISC y fomento editorial, así como la publicación de su libro NINA publicado por El Ruiseñor de Teócrito, entre otras participaciones en publicaciones colectivas.
Rodrigo Guluarte Hale (La Paz, BCS, 1988) egresó de la carrera de Ingeniero Arquitecto en la Universidad UNIVER campus Guadalajara en 2011. Activista en el colectivo ciudadano Es Posible B.C.S. Autor de libro Te echaré la culpa a ti (El estante editorial 2018). Promotor cultural, coordinador del programa Sala de lectura Itinerante en su ciudad natal.
Mercedes Reynoso, (BCS, 1990). Feminista, educadora y gestora cultural. Premio de poesía UABCS 2008, Premio de Poesía Joven 2012 Cd. de La Paz, antologada en diversas publicaciones estatales y nacionales. Becaria Interfaz 2014, Culiacán Sinaloa. Organizadora del festival feminista Mariposas FEST en Los Cabos, B. C. S.
Mario Montaño Romero, (La Paz, BCS, 1983). Es Licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS). Durante un año estuvo colaborando como promotor del libro y la lectura en el programa “A Medio Día”, de la televisora local Canal 10, con la sección “El libro de la semana”. Participó durante dos años en Radio Universidad como coconductor del programa Letras al Aire, donde se abordaban distintos temas literarios. Ha ganado los premios de “Poesía Universitaria” (2007), convocado por la UABCS, y los de “Poesía Joven” (2009) y “Cuento Joven” (2012), convocados por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC) en el marco del Tradicional Festival del Día de Muertos. Resultó beneficiado con el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Baja California Sur del CONACULTA en la modalidad “Jóvenes creadores”, con el proyecto de libro “Alas una, alas dos y alas tres”, convocatoria 2012-2013. Fue antologado en “Testamento de sol. Premios universitarios de Poesía, Cuento y Ensayo”, (UABCS, 2009), y en “19 poetas. Antología amorosa” (ISC-CONACULTA, 2012). En 2015 obtuvo mención honorífica en el Concurso de Libro Álbum Ilustrado, en colaboración con la diseñadora gráfica Carolina Duarte de la Peña, con el proyecto de libro “Norman y el escudo anti monstruos”, publicado por el mismo Instituto en 2016.