Poemas de Luz Armida Guerrero

Foto: Lucía Leyva

Foto: Lucía Leyva 

La poesía de Luz Armida Guerrero es una semilla que germina en medio de un páramo o de un desierto; y de pronto, sin importar si el clima le es favorable o le resulta adverso, se vuelve una pequeña planta que asienta sus raíces; y, casi sin hacerse notar, echa tallos, hojas, florece y se ofrece al viento. Cada poema que ella escribe es como un ir a la raíz, al centro mismo donde se enciende el fuego; y al llegar ahí, toma entre sus manos la chispa que se le ofrece; y, por minúscula que esta sea o parezca, le es suficiente para suscitar una pequeña hoguera en medio de la noche que a veces tiende a cubrirlo todo. He aquí algunos de esos poemas.

 

 

Sin vestido de Novia

 

De niña soñé

con un vestido blanco,

una iglesia dorada,

un altar de fantasía,

y mirándome a los ojos

un novio sin rostro.

 

No hubo vestido blanco,

sino uno de uso diario

con diminutos azahares

que los árboles de naranja,

uno a uno, me fueron regalando.

 

Reynaldo;

a sus once años,

llenaba de gusto el aire,

sus ojos;

iluminaban esa fría oficina,

y su risa fue la música de aquel día.

 

Sofía;

a sus veinte meses,

con su inocencia y felicidad estaba presente,

cual ramo de girasoles.

 

Y Coby;

el último de mis hijos,

como tesoro escondido,

era solo una semilla de vida

que adentro me crecía.

 

Miguel,

un hombre con rostro,

y el mejor cortejo de boda;

mis hijos!

 

Pregunta para Carmen

 

Te pregunto, Carmen,

¿qué somos, sino nada,

cuando el alma se va?

¿Somos acaso un jardín sin flores,

un pájaro sin canto,

una mariposa blanca,

o un río sin agua?

 

¿Y qué es el alma?

sino el latido del universo

dentro del pecho;

y si este es infinito,

¿por qué nos es arrebatado?

Te pregunto, Carmen.

Me pregunto.

 

 

Para qué me sirve el cuerpo

 

No sé por qué mis brazos,

antes fuertes,

son ahora dos ramas secas

sin fuerza para sostenerse.

 

Y son mis pies

como piedras

en el lecho del Humaya

sin corriente que las mueva.

 

Y son mis labios

girasoles sin abrirse

al sol del día.

 

Y mis ojos

son estrellas apagadas

en el negro de una noche sin luna.

 

Y mis huesos,

huecos y fríos,

cual frágiles palmeras

sin clorofila que las nutra.

 

Y para qué me sirve el cuerpo

cuando como pájaro enjaulado

canto, canto y canto

sin poder volar.

 

 

Luz Armida Guerrero. 

Es maestra, abogada, empresaria y traductora del inglés al español y viceversa. Lee, escribe y asume la poesía como un medio para comprenderse a sí misma y explorar su relación con la vida. Además, ve en la educación una herramienta de transformación social. Actualmente, trabaja en la creación de una biblioteca móvil que tiene como propósito llevar libros y lecturas a niños de comunidades marginadas de los espacios culturales.

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