El ámbar del Mar Báltico en la lengua española
Roberto Amézquita
Leer Versos en blanco. Poesía lituana contemporánea es asistir al renacimiento de una fecunda relación entre la lengua lituana y la lengua española, cuyos orígenes compartidos se habían perdido en la oscuridad de los comienzos de ambos idiomas. Y es so lo hasta hoy −con este libro− que vuelven a la luz mediante el misterio y el ámbar de la traducción poética.
Aunque lo primero que pensamos al escuchar la lengua lituana quizá no sea en el español o en los idiomas romances, debemos de escuchar más de cerca. Cuando ambas lenguas aún no nacían, había ya una mutua influencia a través de los idiomas de los que ambos evolucionaron. Las primeras noticias de Baltia −geografía mítica que algunos entre los griegos y romanos situaron en tierra firme mientras que otros como isla llena de prodigios− nos llegan por Jenofonte el de Lámpasco en su periplo hacia tierras e islas desconocidas del norte y fin de la tierra. Es citado por Plinio el Viejo en el tomo primero de su Naturalis Historia, en que nos cuenta sobre Escandia y también sobre Baltia cuando dice que está “sobre las costas, allí en las que el ámbar es arrojado por la marea en primavera y que los habitantes usan como combustible”.
Es de Baltia que toma su nombre el Mar Báltico y también la tribu de los baltos, que darán origen a pueblos como el lituano y el letón. Sabemos además por diversos historiadores romanos, como Tácito en su magnífica crónica Germania, en la que da cuenta de las costumbres en la paz y en la guerra de muy distintos pueblos de esa región, o bien, tres siglos adelante nos cuentan sobre los vándalos, alanos, suevos y godos los historiadores de aquellas invasiones al Imperio Romano: Paulo Orosio e Hidacio.
Del largo periplo de los baltos nos interesan particularmente los visigodos, que en el año 410 saquean Roma y establecen muy cerca su reino con capital en Tolosa. Nos interesan porque son comandados por una dinastía singular, de la que sabemos sobre todo por Jordanes de Constantinopla a través de su Getica −u Orígenes y hechos de los godos−. Ahí deja constancia de que el noble linaje de los visigodos“venía de la familia de los Balthi, quienes por su audacia y valentía habían recibido tiempo atrás entre los de su raza el nombre de Baltha, es decir, audaz”. La dinastía de los Balthi o baltingos comandó la corona visigoda desde el año 395 hasta el 531 tras la muerte de Alarico, por lo que son los responsables del mencionado y célebre saqueo de Roma del 410; de establecerse en Toledo y más tarde, al ser expulsados de ahí por los francos, de hacerse con el control y gobierno de toda Hispania.
Es por eso que un libro como Versos en blanco, en la tersa traducción de Dovilė Kuzminskaitė y María Sebastià-Sáez, nos llega a sus lectores con la fuerza lírica de un oleaje de vuelta, el regreso de un sonido que nos es de muchos modos familiar, el de estos versos, temas y modos de pensar y de sentir. La poesía lituana vuelve al español, una de sus lenguas más naturales como vemos, luego de quince siglos en los que es este libro publicado por Círculo de Poesía, el mayor puente que reconstruyen ambos idiomas para el reencuentro espiritual.
Los baltingos son los reyes visigodos de Hispania y son los baltingos quienes mantuvieron sus idiomas como lenguas litúrgicas y secretas, pero con el pulso suficiente para que dejaran palabras y marcas lingüísticas, sea desde lenguas bálticas y también germanas, en el protorromance que se hablaba entonces en Hispania y con ello en el castellano −como sabemos además mejor por don Antonio Alatorre en Los 1001 años de la lengua española (FCE, 2002, 84 ss.)− Ahora bien, estos idiomas que se mantuvieron vivos y se transformaron −en su rama báltica− en el lituano y el letón, se mantuvieron en uso arcano, como decíamos, y los visigodos adoptaron el latín como lengua común para entenderse y más, para asimilarse a los romanos. En el camino sus lenguas originales se diluyeron en Hispania pero evolucionaron en sus geografías originarias hasta el lituano medieval y el lituano contemporáneo.
En tiempos más recientes, nada menos que don Alfonso X el sabio nos trae noticias sobre estos reyes y su dinastía más célebre −de origen protolituano− los baltingos, señores del bosque y audaces en el ámbar. Nos enteramos por su Crónica General, en distintos parágrafos como el 559:
Ca desde que los godos andidieron por las tierras de la una part et de la otra provándolas por guerras et por batallas et conquiriendo muchos logares en las provincias de Asia et de Europa, asi como dixiemos, probando muchas moradas en cada logar et catando bien et escogiendo entre todas las tierras el más provechoso logar, fallaron que España era el meior de todos, et muchol preciaron más que a ninguno de los otros, ca entre todas las tierras del mundo España ha una estremanza de abondamiento et de bondad más que otra tierra ninguna.
Y es ahí, querido lector, donde estas breves notas históricas nos llevan al punto de reencuentro entre aquella música verbal del báltico y el protorromance que será el castellano. Los sustratos de nuestro idioma común son, pues, el camino de nuestra hermandad, dos lenguas que dialogaron al inicio del primer milenio y que conversan de nuevo en este siglo que inicia.
Es asombrosa la potencia lírica de la poesía lituana contemporánea, en Versos en blanco tomaremos conciencia de los distintos rumbos estéticos que los poetas actuales del país europeo practican y de las similitudes y diferencias con otras tradiciones líricas en el mundo. Este libro reúne a veintiún poetas nacidos entre 1951 y 1988 y es, como hemos entrevisto, la primera vez en que la poesía de aquella tradición es traducida y publicada en un libro en toda la historia editorial de los dos idiomas, por eso considero que su lectura y publicación es de celebrarse.
Asistimos en la lectura de este libro al encuentro con las mejores voces en que podemos participar de esa comunión entre la lengua española y el ámbar verbal del que hemos hablado y que está constituido por cantos desesperados, por ocres poemas de amor, por hilarantes mantras y bestiarios de las emociones y el erotismo, por invocaciones a la locura o artes poéticas esperanzadoras. No hay acaso lectura de poemas más urgente que Versos en blanco en este comienzo de década. Un libro que nos es tan propio y tan desconocido; tan íntimo como distante, en fin, como todos los filamentos del corazón traspasado.
Abre la muestra el poeta Aidas Marčėnas que nos disuade de esa estúpida costumbre de morirse y la cierra Vytautas Stankus que nos recuerda que cuando dicen “le llamaremos”:
Esto significa: no llamarán, en general últimamente nadie
llama, es aburrido hablar contigo, eres un amigo inútil, un
amante mediocre, un fastidio repugnante, estás casi muerto.
Y entre estas dos voces −la de Aidas Marčėnas y Vytautas Stankus− escucharemos a Kornelijus Platelis, Antanas A. Jonynas, Donaldas Kajokas, Gintaras Grajauskas, Julius Keleras, Daiva Čepauskaitė, Gytis Norvilas, Dainius Gintalas, Giedrė Kazlauskaitė, Rimvydas Stankevičius, Agnė Žagrakalytė, Benediktas Januševičius, Marius Burokas, Ilzė Butkutė, Ramunė Brundzaitė, Nerijus Cibulskas, Ernestas Noreika, Aušra Kaziliūnaitė y Mindaugas Nastaravičius.
Nombres todos −como puede notar el lector atento−, que ya en su misma pronunciación nos dicen qué insólitos páramos de nuestro interior serán tocados por la lectura de sus poemas.