Jorge Esquinca
A Francisco Hernández
Avanza al cobijo de la noche
con pezuñas que arrojan centellas.
Al verlo pasar las casas despiertan,
las ventanas se abren, la vida sale
a la puerta. Canta la pradera.
En el sueño del caballo
el jinete es una nube.
Galopa de un cielo a otro Cielo:
La espuma de sus belfos, el vaho de su raza,
el santo y seña de su porvenir.
Resopla, se encabrita
en el exacto límite del mundo.
En el sueño del caballo
el jinete es un relámpago.
Aplasta la tierra, la hiere, la desloma:
de cada coz nace un volcán. Regresan
los muertos en batalla, encarnan
los fantasmas –hay pólvora en sus ojos-
y la noche es un río de ruido y de ceniza.
En el sueño del caballo
el jinete no tiene rostro.
Corre cada vez más aprisa,
cada vez más cerca de la muerte.
La crin derriba una estrella,
la cola fustiga cuervos,
cada vez más cerca de la muerte.
En el sueño del caballo
no hay jinete.
Ficha del autor
Poeta, traductor, ensayista, editor (1957). Su poemario El cardo en la voz se incluye en la compilación Premio de Poesía Aguascalientes 30 años, 1988-1997. En 2019, fue galardonado con el Premio Jalisco de Literatura.