Los poemas de César Peña son un relámpago que ilumina la noche en medio de una tormenta. Un destello de luz rasgando las sombras. Y aunque la imagen parezca paradójica puede que no lo sea; y si acaso lo es, se nos muestra como una invitación a adentrarse en ella —ver más adentro— y contemplarla como se contempla una leve herida o un pequeño rasguño sobre la piel de un cuerpo hermoso.
La enfermedad
Estoy en cama
por aquello
por lo que algunos matan
y otros,
se embriagan
Y por lo que unos
muy pocos
escriben novelas
e intentos de poesía
Esta enfermedad
es como la viruela:
a todo nos da.
Ahora
guardo cama
Estoy enfermo:
enamorado
grave
y a medio
morir
¿De esto se trata el amor?
Me revuelves las entrañas
dejas al descubierto la carne
y cruelmente rascas en las heridas
¡Qué afán de arrancarme la paz!
¿De esto se trata el amor
o así me hiciste creerlo?
Asunto de formas
La noche es tentación
que se delata
entre miradas que dicen
más que las palabras
y entre el afán de suponer
que nos separa el pudor
y no la mesa
que se atraviesa
entre nosotros.
Cortesía
Y si no fuera tan educado
te diría
que muero
porque me robes el aliento
con tus besos
y me dejes soñar
con la marca de tus labios
que se queda
en el borde de la copa de vino.
Soñar
Estoy cansado de soñar.
La vigilia, dos pasos
y pierdo la censura
que agobiado,
busco entre las sábanas.
Estoy cansado de soñar;
de soñarte y que hasta
en mi propio mundo
hagas tuya mi intimidad.
Me confunde
que me quites el sueño,
y despierto
me inspiras a soñar.
Sobre reyes y peones
En tierra de reyes
se me condena
a la estrella roja
al trabajo sucio,
a la panza vacía
y a los ríos
de sangre.
En tierra de reyes
la historia glorifica
al cazador; y Dios
ignora a los peones.
Esta vida
La vida comenzó a desgranarnos
y lo hizo
del nudo a la raíz.
Y siempre
a ventaja de quién sabe
que no tiene grano a desgranar.