Todo es como un… big bang bermellón

luna blanco y negro mel cereceer

Rocío Reynaga entrevista a Sofía Morfín, ganadora del Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2023 en Narrativa.

Sofía Morfín comparte su experiencia como narradora y ganadora del Premio Gilberto Owen 2023, por su obra de cuentos Big bang bermellón, que, en palabras del jurado calificador, fue merecedora al premio debido a: “su sobresaliente factura narrativa, su capacidad para desarrollar personajes complejos y entrañables, además de una visión transgresora, mordaz y emotiva de las relaciones humanas explorándolas a través del género del absurdo, lo insólito, y lo distópico”.

Big bang bermellón. Refiere a una descripción que hay en uno de los cuentos, me gustó la frase por su musicalidad. Engloba un poco el elemento de angustia en los cuentos, de mujeres que están en presencia de algo que las sobrepasa, que algunas lo dejan fluir y otras lo intentan controlar, pero todo es como un…  big bang bermellón.

La noticia. Me dio mucha alegría cuando llamaron para darme la noticia sobre el premio. Se sorprendieron cuando les dije que no tenía ninguno, tampoco publicaciones, como que no es común que alguien gane sin publicaciones.  Me dio mucha alegría, mucho orgullo que puedas participar y que genuinamente los jurados se fijen en tu obra, que no te investigan, eso restauró mi esperanza.

Los cuentos los había mandado un año antes a unos cinco concursos y como que sí me decepcioné, lo vi muy difícil, pues aplica todo México y gana sólo una persona, dije “imposible”. Así que, este año, con ese sentimiento de nada que perder, participé, y como ya había conseguido editorial para publicarlo, entonces sentí que ya no dependía del premio y de repente… cayó.

Inicios. Estudié Ingeniería química y comencé a trabajar antes de graduarme en un fondo de inversión de bienes raíces; al terminar los estudios, sentí que faltaba algo, ya que pierdes toda esa parte de ir a la universidad, de estar con tus amigos, por eso empecé a escribir. Lo que más me gusta en la vida es leer, toda la vida sentí que sería escritora; desde chiquita escribía cuentos a mis papás, a mis abuelos, pero lo abandoné. Al tiempo, tomé un taller en línea y se me abrió el mundo, dije “tengo que hacer esto porque lo disfruto muchísimo”. Es un momento de felicidad pura cuando logras estar conectada con lo que vas a escribir.

Vengo de una familia lectora. Cuando éramos chicos, mis hermanos leían muy rápido, yo no, así que me dejaban leer al final, pues nos turnábamos los libros. Entre las primeras lecturas, recuerdo los libros de la editorial Barco de Vapor, los de Harry Potter, el de Kika la bruja adolescente; tengo aquí uno que amo: Molly moon y el increíble libro del hipnotismo; me gustaba leer lo que les daban a mis hermanos, temas de dragones, por ejemplo. En primaria leí a clásicos como a Charles Dickens; también leí Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo, entre otros.

Ritual. Antes escribía con el desorden más absoluto: a la hora de la comida, si me daban ganas; antes de dormir, si me daba inspiración. Luego de un año y medio, como mi trabajo es de medio tiempo, en teoría todas las tardes son para escribir, digo en teoría, porque si fuera así tan riguroso, ya hubiera escrito una novela como Madame Bovary, pero me distraigo, hago algunas otras cosas. Según Vargas Llosa, escribe de 9:00 am a 5:00 pm, o un horario así como de oficina; Carlos Fuentes era despertarse a las 5:00 am y escribir sin parar hasta la comida, luego al cine con su esposa, una rutina más o menos así. Suena lindo, ojalá.

En cuanto a los cuentos con los que participé, los escribí durante la pandemia, quedé sin trabajo por un par de meses, como mucha gente, y algunos los empecé a escribir ahí; otros, con mi recién adquirida dinámica.

A muchos escritores se les hace un tormento a la hora de escribir, pero otros más bien gozan. Soy de la segunda categoría, es algo que me llena de felicidad, me transporta a un lugar, lo siento como una especie de meditación. Obviamente, a veces el hecho de empezar cuesta.

Inés Arredondo. Luego de leer Estío, escribí el primer cuento del manuscrito: Hombre al agua, no es que se parezcan entre sí, pero hubo algo en el tono de contar: el cuento de Inés sucede en una casa de campo, en un lugar tropical; de ahí pensé en mi cuento, que es de tres parejas de amigos que se van un fin de semana a una casa de descanso y ahí suceden algunas cosas entre ellos … La mente funciona de una manera muy rara.

Inés Arredondo es una cosa maravillosa, para mí tiene dos cuentos que son absolutamente perfectos: Estío y La Sunamita.

Función de la literatura. Es algo que me da enormes gratificaciones, me transporta. Si estoy estresada, triste o cualquier emoción negativa y logro conectar con alguna lectura, me olvido de mí misma, me entrego por completo a la historia o la ficción de alguien más, es algo fascinante. Creo que la literatura sí cumple esa función de abrirnos horizontes en todos los sentidos: puedes tener menos prejuicios, te expande, te vuelve de una manera más tolerante, amorosa, puedes empatizar con una porción más grande de la humanidad. Puedes entender otras situaciones que te son completamente ajenas, puedes leer una historia con la que conectes por completo. Me ha pasado que gracias a la lectura he conocido gente de China, de Japón, de Rusia cuando no lo he hecho en realidad.

Temática de los cuentos. Mis cuentos están aislados totalmente, pero tienen temas en común, uno importante son las voces femeninas, casi todos los personajes principales son mujeres, excepto uno, que es un adolescente trans. Creo que en todos hay una situación que sobrepasa a los personajes y precisamente son otras mujeres las que ayudan a salir de ahí. Esta descripción la he visto en retrospectiva, porque cuando hay que mandar los cuentos, tienes que enviar un resumen de qué va, entonces he hecho ese esfuerzo de encontrar ese punto en común y también a la hora de decidir cuáles incluir, porque tengo muchos cuentos, entonces hay que hacer esa selección.

Me encantó como describieron mis cuentos. Me hicieron sentir muy honrada las palabras de los jueces, lo que más me hizo sentir ganadora fue esa descripción, esa definición de mi obra. Tengo una gran dificultad para definirla, supongo que le debe pasar a muchos escritores, no lo sé, y allí dijeron al final de la frase: “El género de lo absurdo, lo insólito y lo distópico”, y dije “ah, sí, sí, eso es”. Me encantó.

Proyectos. Estoy terminando otro compendio de cuentos, y desde el año pasado estoy escribiendo una novela.  Aunque leo en la misma medida cuento y novela, con el cuento es donde me siento cómoda, es lo que más me gusta escribir; sin embargo, la novela es un reto que quiero alcanzar. Este año he leído Ana Karenina, es un universo completo.

Poesía. Nunca he tomado un taller de poesía, nunca he escrito una línea de poesía; me gusta leerla en voz alta. La poesía crea espacios emocionales que solo ella puede crear, ese espacio emocional no lo puedes transmitir tan fácil a una prosa, eso se me hace mágico. Es como la música, puede suscitar emociones complejas sin decirlas, es lo menos literal que hay, todo gira alrededor para crear un sentimiento, una situación, lo que evoca al final. Algún día me gustaría aprender, siento que es parte de ser escritor.

Libros de cabecera: Por placer leo a Charlotte Brontë, Jane Eyre; a Emily Dickinson, Grandes esperanzas y los de Harry Potter.  Y leo a Julio Cortázar con análisis, en especial, Todos los fuegos el fuego, resuena mucho conmigo. Me pregunto, ¿cómo hizo eso?

Fin último. Me gustaría tener libertad económica porque es necesaria para no desvirtuar tu escritura, poder escribir realmente lo que se te antoja, lo que te nace. No me gustaría atenerme a los designios del mercado, te encajonan en un tipo de literatura sólo con un afán mercantil. Mi meta última es la literatura.

Guía de apoyo: Mi tutor es Miguel Ángel Hernández, maestro en la SOGEM, es una persona muy preparada. Ha sido un gran guía y apoyo para poder verme con algo de objetividad.

Sofía Morfín radica en Ciudad de México y promete regresar a Culiacán, volver a comer sushi culichi y tacos al gobernador, que según dijo, se moría por probar, quedó encantada. También espera visitar la playa.

Rocío Reynaga: Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa y maestra en Educación por la misma institución; actualmente cursa el doctorado en Educación, también en la UAS. Ha realizado intercambios académicos en instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad del Tolima, en Colombia. Fue voluntaria de la UNESCO en el proyecto educativo Conocer y proteger la naturaleza, en París, Francia; participó en conversatorios y en actividades culturales con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, durante el proceso de paz que se desarrolló en dicho país. Ha sido profesora de español y literatura en educación básica, media superior y superior. Actualmente codirige La tertulia, proyecto de intervención comunitaria, con énfasis en la lectura y escritura creativa, dirigido a niños y jóvenes. Fue becaria de Pecdas en 2016 y en 2022. Cuenta con publicaciones de crónica por el Instituto Sinaloense de Cultura y de poesía por Desliz ediciones.

Sofía Morfín Jean: (1992) Soy chilanga de nacimiento y por elección. Mi primer compendio de cuentos “Big Bang Bermellón” ganó el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2023. He publicado cuentos y textos de opinión en Tierra Adentro, C de Cultura y Mi Valedor. En 2021 me gradué del diplomado de Escritura Creativa por la SOGEM y actualmente trabajo como guionista de cine y televisión.

Deja un comentario