Zel Cabrera
Instrucciones maternas
Mi madre dice que mujeres como yo
sin traza para labores hogareñas
nunca encontrarán marido
con corbata y mancuernillas.
Varias veces me ha dictado
instrucciones de cómo preparar atún a la vizcaína,
cómo quitarle el sarro al inodoro,
también me recuerda
que levante mi cabello después de la ducha.
Una y otra vez, insiste en hacerme a su forma;
soy el molde en el que amasa sus virtudes.
Pero yo demoro el proceso,
dejo secar las pequeñas plantas
que compro para adornar mi departamento,
recojo un mes después los abrigos que dejo en la tintorería,
pago el gas en días extemporáneos
y pocas veces como ensalada.
Porque es muy probable que no tenga un marido
que acuda con puntualidad
a las liturgias del domingo.
Porque las mujeres como yo se casan con sombras
y polvo que se consuela entre los libros,
porque no sé tejer bufandas,
ni rebanar pimientos
y hasta hace un día, aprendí a usar la lavadora.
Mi madre teje una bufanda
Mi madre teje una bufanda
para mí
todos los inviernos,
y mi colección de estas prendas
rebasa más de una docena.
Dice que aprendió a tejer
para protegerme del frío,
de las corrientes de aire helado
que arremeten todos los años,
en esta ciudad,
tan lejos de ella.
En esta misma ciudad,
los días pasan
entre la oficina
y el tráfico.
Arrastrando a veces tristeza,
a veces miedo,
vértigo,
por eso me sostengo de mi bufanda,
meto la nariz en ella
para cobijarme en medio del remolino,
de la prisa, de vivir lejos.
Todos los inviernos,
mamá busca entre las bolas de estambre
un color nuevo y crispante;
una puntada diferente a la del año pasado,
busca una forma distinta de quererme,
de hacer que su amor
me caliente el pecho.
Y yo llevo sus bufandas
a todos lados.
Aprendo a combinarlas
sin importar la ocasión, el amor es algo que no pasa de moda.
Ficha del autor
Zel Cabrera (Iguala de la Independencia, Guerrero, 1988). Egresada de la Maestría en Periodismo Político de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Becaria del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA (2017- 2018) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2014-2015). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2018, y el Estatal de Poesía Joven en el 2013, convocado por la Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero. Autora de La arista que no se toca (IMAC, 2019) y de Una jacaranda en medio del patio (Instituto Sinaloense de Cultura, 2018) y de las plaquets de poesía Naufragios (La tarántula dormida, 2011) y de Troya sobre una muralla (Editorial de Otro tipo, 2015). Algunos de sus poemas parecen en la Antología de Poesía para Niños Triángulo del sol (Praxis, 2015).