Reseña de Dinero y escritura, de Olivia Teroba

Por Emmanuel Erenas

Profesionalizarse en la escritura y dedicarse a ella de tiempo completo son decisiones que incluyen la duda de si este es el camino correcto, sobrepensar si es una posibilidad adecuada o deseable para sustentarse. Olivia Teroba reúne en un mismo volumen una muestra de su trabajo ensayístico de cuatro años donde reflexiona acerca de esta labor, sus frutos y todo lo que atraviesa al oficio.

Desde el prólogo nos recibe la sinceridad con la que se nos va a hablar a lo largo del libro: «El empeño que pongo a la labor de escribir, la angustia que me genera, la manera en que me obsesiona, no producen resultados evidentes en mi vida material». Escribir es difícil, y sustentarse de eso lo es también. Lejos de leerse como una desmotivación, es una invitación a cuestionar, a partir de la situación particular de Olivia, las condiciones en las que se ejerce el oficio, ¿cómo remuneramos la escritura? ¿cómo nos cuidamos a nosotrxs mismxs y lxs otrxs dentro de este gremio?

En “Indicios de un bosque”, la figura de Malinche, una mujer vendida por su propia gente y que estuvo a disposición de Hernán Cortés como traductora, nos acerca al propio modo de supervivencia que Olivia vive en su día a día como escritora freelance y que narrará más adelante en el libro: «Aprendiendo otro idioma para sobrevivir. Adaptándose para sobrevivir».

Toda escritura está atravesada por el cuerpo. Experimentamos el mundo a través de él y luego lo convertimos en nuestra herramienta de trabajo y creación. En este país, él es quien sufre las consecuencias de dedicarse a la escritura: la ausencia de descansos, el exceso de trabajo y la indeterminada espera por el pago de un escrito ya entregado o un taller ya finalizado.

En “Cuerpo y alma”, Olivia menciona que el estilo de vida creativo representa sacrificios. Escribimos con el cuerpo, lo usamos y es quien resiente el cansancio de existir y crear. ¿Qué tal si la escritura es ese mismo cuerpo cansado, traducido en palabras? Prueba de esto puede ser el mismo Dinero y escritura, la historia de un cuerpo al que se le traza una genealogía para encontrar aquellos momentos en los que aprendió a odiarse a sí mismo; donde entró en contacto con la literatura, pero como un método para competir y ganar espacios con el prestigio que esta otorga; un cuerpo que exige más de sí mismo para terminar un escrito.

“Odontología” nos habla del descuidado servicio dental al que Olivia fue sometida por parte de la pareja de su madre cuando ella era más joven y cómo en la actualidad trabaja para reparar dichos daños e invertir en su cuidado personal. Autocuidado significa gastos. En una condición de trabajo precarizado, el cuerpo se desgasta y sacrifica para después ser reparado. ¿Este es el sistema al que actualmente estamos sometidxs? Descomponernos, o que nos descompongan, para luego encargarnos nosotrxs mismxs de reparar los daños. «Trabajo día y noche para conseguir dinero en las actividades mal remuneradas a las que me dedico. Para consolarme, pienso que vale la pena porque lo hago para mí».

En el ensayo que da nombre al libro, Olivia confiesa, desde la tercera persona, que su escritura se sostiene de la angustia, la deuda y la espera para después cuestionarse cómo podemos crear lejos de ahí, de una romantización de la precariedad: «Cómo escribir sin que pensarse escritora devenga en sufrimiento». Dentro del mismo texto, se hace más explícita la relación del cuerpo con el oficio: «Escribir desgasta el cuerpo, lleva tiempo: para dudar, para buscar respuestas, no encontrarlas y volver al inicio».

En otros textos, los cuestionamientos se convierten en alternativas para acercarse al mundo y enunciarlo, además de la continua búsqueda de la fe. En “El día que hablé con Dios” regresamos al cuerpo para pensar con él y vivir el amor, escuchar el dolor como un grito de auxilio proveniente de nuestras entrañas. “Personas mirando el cielo” nos hace ver lo amplio que es el alcance de la lectura y la escritura a través de los lenguajes escondidos en diversos rincones del mundo ajenos a los procesadores de texto y el libro impreso. En “Rezar, recitar o decir”, la escritura se torna colectiva para convertirse en un ritual donde la familia se une para, mediante la palabra, honrar el cariño, el dolor y la nostalgia que causa la pérdida de los abuelos. Si bien Olivia nos dijo que su escritura estaba motivada por la angustia, aquí se asoman la maravilla, la curiosidad y la complicidad como detonantes.

Apartados de la victimización, los textos retratan varios momentos de la vida de Olivia desde la sinceridad y la experiencia propia dentro de su familia y el trabajo. En “Hacer tiempo”, ensayo que cierra el libro, nos relata un viaje familiar en carretera donde su hermano voltea a verla para decirle: «Te quejas de todo, por eso eres escritora». Y cómo no hacerlo. Cómo evitar que surjan libros como este, donde la escritura se proclama profesión y cuerpo. Donde el dolor surge a partir de la experimentación del mundo, pero más que nada, del amor: “Amo desmedidamente el mundo, por eso duele”.

Emmanuel Erenas (Culiacán, 2001). Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas. Ha publicado textos en la Revista de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Proemio y Punto de Partida. Forma parte de la cuarta generación del Diplomado de Escritura Creativa de la UNAM y crea contenido literario en Instagram bajo @starrybookz.

Lee aquí el ensayo Maternidad y trabajo de Gloria Manyula.

Dinero y escritura de Olivia Teroba

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